domingo, 22 de mayo de 2011

¿EL DOCENTE QUE TENEMOS O EL DOCENTE QUE QUEREMOS?

Escrito por: Licdo. Raúl Antonio Cruz Martínez


Abstract

El ser humano es parte de una sociedad bien o mal formado por un sistema educativo, desenvolviéndose en cualquier ámbito social; de ahí, la importancia de la docencia en cualquier nivel académico, razón que puede llevar al individuo al éxito o fracaso en su vida misma. Ahora desde el enfoque universitario ¿Qué hace el docente? ¿Qué debería hacer?.

Palabras claves: docencia, universidad, profesionalización, cultura, éxito, excelencia,

La sociedad educativa cuenta con un conglomerado de docentes preparados en las diferentes áreas de estudio y para cada uno de los niveles educativos, esto significa que poseen el perfil ideal para desarrollarse como tales en la formación de individuos para el futuro. El estudiante avanza a grados cada vez más altos, hasta llegar a la universidad donde se pule la materia en prima y se hacen profesionales de las distintas especialidades, bien o mal formados se obtiene un producto como parte del proceso educativo.

El dilema de la docencia universitaria no puede verse como una ocupación o forma de ganarse la vida, sin embargo en la actualidad encontramos a un profesor estándar, que es víctima o victimario del sistema, puesto que, fue la educación quien lo preparo para servir a la sociedad; sin embargo, no es justificable su mala praxis en el campo profesional, pero si, una realidad en cuanto al docente que tenemos en la universidad. Desde esta perspectiva se observa cinco estilos de profesores que son: Conservador, exigente, de ida y vuelta, demagogo y el responsable y cumplidor.

El docente conservador rechaza cualquier proyecto educativo que no es ideológicamente afín con su visión del mundo, está anclado en el pasado dejando pasar todas aquellas formas de generar nuevos ambientes de aprendizaje producto de la globalización; por ejemplo, el típico caso de resistirse al uso de las nuevas tecnologías, es el profesor conservador extremo, sin descartar que también lo es el que utiliza las herramientas tecnológicas como sustitutos de la manera tradicional. En todo esto el gran problema del conservatismo radica en la falta de ideas utópicas, encontrándose en su estructura en total armonía[1].

El profesor exigente a ultranza en algunos casos cree que la excelencia académica se mide por las calificaciones obtenidas de los alumnos en examen difícil; considera que es buen docente por reprobar estudiantes y mientras más fracasen, mejor es su posición. Por otro lado, tenemos el profesor de ida y vuelta, encargándose de enseñar a medias, acomodando el horario y los estudiantes a sus intereses. Una de las razones por la cual actúa de esta manera es por las múltiples ocupaciones y responsabilidades personales; así mismo, la baja remuneración del trabajo docente, encaminando al profesional a la búsqueda de nuevos ingresos. La pregunta frente a este tipo de docente es ¿En qué oportunidad lee, se actualiza y prepara sus clases?

El profesor responsable y cumplidor, respeta los reglamentos internos, es puntual, en su asistencia, organizado en la realización de actividades académicas, respetuoso con sus compañeros, solidario y discreto. Es decir, está comprometido con su labor profesional de ser docente. En otro de los casos existe el profesor demagogo, haciendo uso de sus ideologías políticas y religiosas, hace argumentos que no tienen relación con su cátedra, impone su poder frente a los estudiantes y no logra distinguir entre lo que es una arenga e impartir una cátedra. Según Max Weber, en su observación dice: “El docente que actúa como demagogo es menos competente intelectualmente”[2]

Finalmente encontramos el docente que queremos en la universidad es el profesor que tiene ciencia y virtud, con orden ético, comprometido con la verdad, un excelente académico, productivo e intelectual con su discurso[3]. La excelencia es el resultado de largos procesos formativos, experiencia docente y conocimiento de la realidad nacional e internacional. El profesor debe estar en constante preparación, fortalecer al máximo su área y poseer conocimiento y dominio de en otras disciplinas. Hace uso de la nuevas herramientas didácticas que la sociedad demanda día a día, a fin de adaptar la utilidad de dichos conocimientos a los estudiantes. Que el profesor sea capaz de leer, escribir, publicar documentos de carácter científico y con profesionalismo.



[1] K. MANNHEIM, Ideología y utopía, Introducción a la sociología del conocimiento (Mexico, 1941, R. 1987) 201. Original alemán: Ideologie und Utopie (Franfurt am Main, 1936)

[2] Max Weber. La ciencia como vocación. 220

[3] Max Weber. La ciencia como vocación. 220

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